Expresiones como “ir al cielo” o “por Dios” – que usamos u oímos prácticamente cada día sin que por ello podamos considerar nuestro entorno como completamente religioso – tenías sus homólogos en el folclore vikingo y se usaban de la misma forma. Tal es así que “ir al Valhalla”, pese a que su sentido era menos etéreo, se podía decir u oír con tanta asiduidad como “¡por Odín!”. No deja de ser curioso pues la idea que podríamos tener del folclore vikingo es mucho más distante y extraña a la que podemos tener en occidente.
Ejemplos muy conocidos del folclore vikingo
Del folclore vikingo conocemos, por ejemplo, a los gigantes: una raza antagonista de los dioses, horrible apariencia y peor temperamento. Yggdrasil es conocido por nosotros como el “árbol de la vida”. Gracias a sus ramas y raíces mantiene unidos los 9 reinos del cosmos. Algunos de esos reinos son Midgard, que es la Tierra, donde habitan los vikingos, y Asgard, donde viven los dioses. En las raíces de ese árbol podríamos encontrar al dragón Níðhöggr, – que las roerá hasta que encuentre una salida y entonces sobrevenga el Ragnarok (fin del mundo para los vikingos)- y a las nornas, espíritus o seres divinos que tejían el destino de todos.
La fascinación que lleva causando desde hace varios años el folclore vikingo ha centrado nuestra atención en su mitología y cultura. A veces de forma no muy fidedigna dependiendo de las fuentes, pero poco a poco han ido resurgiendo de nuevo los estudios y conocimientos que se tienen sobre ellos, hasta poder ofrecernos obras de ficción tan realistas que nos hacen disfrutar de estas historias como puros vikingos.
¿Cómo era el día a día de un vikingo?
Todos tenemos en la cabeza la imagen de ese vikingo armado hasta los dientes, navegando en mares tormentosas y asolando poblaciones. Pero lo cierto es que eso sólo pasaba muy de vez en cuando.
En su vida cotidiana, un vikingo se ocupaba de su granja y propiedad durante el día. Cosechando la tierra y llevando a pastar a los animales -o vigilando que los esclavos lo hicieran –. Mientras su esposa se encargaba de que todo marchase como debía ser en el hogar. La caza y la pesca eran también actividades que nutrían el día a día. No faltaba nunca la visita a los vecinos o, incluso, al jarl (jefe de la tribu) en busca de consejo o permiso. Permiso, sí. Puede que para reunir a un grupo de hombres y hacerse a la mar para comerciar, para saquear o para realizar algún cambio en sus tierras también. Y no hay que olvidar que una generosa parte de cualquier ganancia debía ir para el jarl fuese cual fuese.
La religión, como en todas partes, tenía sus épocas de más y menos profundidad dentro de la vida de la población. La llegada del cristianismo diluyó aún más las prácticas de sacrificios o ritos a los dioses. Sin embargo, como hemos dicho al principio del blog, muchas cosas de ambas religiones convivieron largo tiempo.
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Además, nos trae un amplio extracto de la cultura vikinga, junto con un anexo de palabras, nombres y explicaciones que enriquecerán la cultura del lector.